Esta vivienda en Sagunto responde a una intervención precisa que entiende el vacío como generador del proyecto. La arquitectura se organiza desde el aire, la luz y los recorridos, creando una secuencia de espacios fluidos definidos por una envolvente blanca, facetada y de geometría limpia que articula aperturas, voladizos y vínculos directos con el paisaje.
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El diseño alterna compresiones y expansiones para construir un ecosistema doméstico en diálogo constante con el clima y la vegetación. Una celosía metálica delimita el acceso y aporta privacidad, mientras que el interior, revestido en madera natural, introduce calidez y textura frente a la contundencia del exterior mineral.
La vivienda se distribuye en tres niveles: la planta baja conecta con un patio que alberga una piscina triangular, mientras que una escalera conduce a los dormitorios y otra a la terraza superior, donde se ubica una segunda piscina. Formas, materiales y proporciones responden a una lógica contenida y funcional, en la que la belleza se manifiesta como resultado de la precisión y el uso consciente de la materia.